El Hombre en la Arena: 5 Lecciones que todo profesional debería aprender de Keylor Navas y su etapa en el Real Madrid
os que hemos tenido la oportunidad de trabajar con otras culturas podríamos coincidir que a los trabajadores costarricenses, en general, se nos reconoce, en su mayoría, por ser una cultura con alta escolaridad, muy buena educación, buen conocimiento técnico, integralidad en el manejo de conceptos, entre otras características positivas que tiene la mano de obra tica.
Pero, como en la exigencia está la mejora y siendo bien autocríticos, debemos reconocer que hay muchas otras características que nos juegan en contra (aunque seguramente usted no las tenga). Tenemos una cultura profesional donde no se pueden decir la cosas de frente; donde se prefieren los rodeos; donde un “sí” es un “tal vez”, y un “tal vez” es un “no”; donde, la gran mayoría de veces, se llevan las cosas del plano profesional al plano personal y, peor aún, si el que lo hace tiene autoridad; donde la critica no es bien recibida, ni para arriba, ni para abajo, así sea para mejorar; donde pulula el resentimiento, el cual se canaliza a través del chisme y del mal ambiente antes que la conversación sincera y bien llevada; donde, ante cambios en el entorno y buscar como aprovecharlos, en ciertas ocasiones, la norma es el tortuguismo, las huelgas, el hablar mal de la empresa, del gobierno, de los compañeros; donde se critica a quien destaca y a quien busca la eficiencia; donde el crecimiento profesional de los colegas, en la mayoría de los casos, tiene que verse minimizado, atribuyéndoselo a otros “méritos” poco éticos y, más aún, si es el crecimiento es de una mujer; todo sin importar profanar la integridad de alguien y su familia. En fin, en muchos casos, en Costa Rica, estamos llenos de profesionales de cristal.

Todas estas cosas, sin mencionar otras que quedaron por fuera, se convierten en la mediocre “modus vivendi” que nos carcome como masa profesional y perdemos de perspectiva que la competencia no es con nosotros mismos, sino con la masa profesional de otros países que, al igual que nosotros, busca atraer inversión y nuevos negocios basados en su mano de obra.
A pesar de todo lo anterior, entre todos nosotros, hay un profesional que demostró todo lo contrario; que, durante los últimos 6 años, le ha dicho al mundo que, en Costa Rica, hay (y, aquí, sí se puede incluir usted querido lector) una estirpe de profesionales y trabajadores con una sangre diferente; que estamos listos para el mundo, ya sea que nosotros vayamos a él o que el mundo venga a nuestro país. Personas con un carácter y un perfil por encima de la media, que debería ser replicado por la mayoría; y sí, estamos hablando de Keylor Navas.
Y, antes de que alguien intente psicoanalizarme y determine que este artículo tiene algo que ver con “fanatismo futbolístico”, le pido que haga conmigo este ejercicio mental: quítele al Sr. Navas los guantes y lo tacos; póngale cualquier uniforme; póngalo en cualquier profesión; métalo a trabajar en cualquier empresa (o a abrir una), en cualquier posición, en cualquier horario, con el jefe que usted guste; y póngale de compañeros los que considere necesarios. Con todo esto y más, hay una gran posibilidad de éxito en cualquier entorno para un perfil profesional como el de Keylor;
Convencidos de esto, no nos queda más que extraer los siguientes principios profesionales que lo hicieron llegar y salir por la puerta grande de una de las empresas de mayor exposición y exigencia del mundo:
- 1. Para ser un buen número 1, hay que aprender a ser un buen número 13:
Para ser un buen primero, hay que haber sido un buen segundo. En la actualidad, muchos profesionales quieren ser el primero, ser la estrella o la figura; lo cual no está del todo mal, pero el éxito frente a los reflectores no se construye en público; se construye en entrenamiento privado. La actitud que tenga un profesional como segundo va a determinar el alcance que tendrá cuando sea el primero.
Si lo llevamos al liderazgo, podríamos determinar que, para ser un buen líder, hay que aprender a ser un buen seguidor: al inicio de su travesía en el Real Madrid, en una entrevista, Navas respondió: “Siempre he tenido el concepto de ver a los grandes porteros. Desde años atrás, siempre me he fijado en Iker Casillas y Diego López. Son referentes para mi carrera”.
- 2. Hay que tener mucha suerte:
¿Cuántas veces a los buenos profesionales o a trabajadores que destacan se les atribuye su éxito a la suerte? Pero quienes hacen eso no están lejos de la realidad si definimos suerte como lo hizo Voltaire, al decir que “la suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan”.
Bajo esta óptica, la suerte tiene dos componentes; uno que podemos controlar: la preparación; y otro que no: la oportunidad. No podemos controlar cuándo nos van a llegar las oportunidades, pero sí qué tanto vamos a estar preparados para cuando lleguen. La preparación es clave, es disciplina. Se produce donde la mayoría no llega; si la preparación en cualquier ámbito fuese sencilla, cualquiera lo haría, pero lo logran quienes tienen determinación, quienes saben para qué están allí; y divide el mundo entre quienes se preparan y quienes no. La oportunidad siempre les llega a ambos, como dijo el sabio Salomón: “tiempo y oportunidad acontecen a todos”. La oportunidad llegará y se fusionará con ambos, y los resultados serán completamente diferentes. Como dijo el nuevo portero del PSG: “Las cosas se ganan trabajando. Ni caen del cielo ni me siento en una esquina a llorar”.
- 3. El trabajo inteligente llega más largo que el trabajo fuerte:
Por mucho tiempo, se nos dijo que, para llegar a “ser” alguien en la vida, había que trabajar fuerte, pero Salomón —una de las personas catalogadas como de los más sabios del mundo— pensaba de la siguiente manera: “Si el hacha pierde su filo, y no se vuelve a afilar, hay que golpear con más fuerza. El éxito radica en la acción sabia y bien ejecutada”. En otras palabras, hay quienes trabajan tan fuerte que nunca paran a afiliar su hacha y hay quienes, inteligentemente, se detienen a afilar su hacha, ya que saben que, si la afilan, podrán ser más eficientes.
Y es que la diferencia entre el concepto de eficacia y eficiencia no es tan clara para todos. El primero tiene que ver con alcanzar los objetivos; y el segundo, en cómo alcanzar los objetivos, recurriendo al menor gasto de recursos posible. Por lo que alguien altamente eficaz puede no ser tan eficiente; ante lo que nuestro personaje, en una entrevista, muy atinadamente comentó “Mi trabajo es parar. Si te llegan dos balones por partido, hay que pararlos”.
- Amo de su silencio y esclavo de sus palabras:
Una de sus virtudes más destacada por todos fue el uso comedido de sus palabras durante estos seis años. Y es que pareciera sencillo hablar bien de nuestro jefe, de nuestros clientes, de nuestro entorno cuando todo está bien; pero cuando tu jefe te quiere fuera del club; cuando otros compañeros salen diciendo que ahora está claro “quien es el numero 1”; cuando parte los seguidores no te aprecia; cuando la prensa te presiona para que digas palabras en contra de otros y, aun así, tus palabras cuidan tu entorno, tu carrera y a los tuyos sin pasarle por encima a nadie, no es tan fácil. Este es un principio profesional que no solo se ha ido perdiendo, sino que ha sido en detrimento, principalmente, porque las cosas pasan del plano profesional al plano personal. El Sr. Miguel Ruiz, en el libro Los cuatro acuerdos, lo decía así: “Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno, aunque te encuentres en medio del infierno...”.
- 5. Resiliencia profesional:
El término “resiliencia”, inicialmente, está relacionado con la capacidad que posee un resorte para resistir la presión, doblarse y recuperar su forma inicial; de ahí que se extiende la definición de la resiliencia como la capacidad para afrontar la adversidad y los cambios, y la capacidad de reponerse de estos y usarlos a tu favor, por lo que tiene que ver con la capacidad de transformación que nos permite sobreponernos a las dificultades y salir reforzados de ellas.
Este concepto tiene cada día más importancia en el ámbito laboral, dado a que vivimos en un entorno no solo en constantes cambios, sino que suceden muy rápido y con mucha frecuencia; lo que hace que, frente a esta incertidumbre, las empresas requieran tener, en sus equipos profesionales, trabajadores que se adapten rápidamente a los vaivenes del entorno para enfrentar de la mejor forma los nuevos escenarios y los desafíos.
Navas es un ejemplo de esta característica moderna, en un entorno que cambia de temporada en temporada, con nuevos actores; incluso, luego de errores propios como ante el Betis o frente a la Juventus, tuvo la capacidad reinventarse y volver a mostrar su mejor nivel. Y, cuando el escenario no podría ser más adverso, dijo: “Tengo las mismas ganas de irme que de morirme”.
Para concluir, es honorable citar al expresidente de los Estados Unidos, el Sr. Theodoro Roosevelt, quien, en su discurso de 1910 en La Soborna, Universidad de París, pronunció el discurso que da nombre a este artículo, y podemos destacar que ejemplifica el perfil de esos trabajadores y profesionales que lo dan todo en la “arena”:
No es el crítico quien cuenta; ni aquel que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre; quien se esfuerza valientemente; quien yerra, quien da un traspié tras otro, pues no hay esfuerzo sin error ni fallo;
pero quien realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos,
las grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso, y quien en el peor de los casos, si fracasa,
al menos fracasa atreviéndose en grande, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.
Con cariño,

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